
La Guardia Civil comienza su despliegue extrapeninsular a finales del siglo XIX, llegando a tener desplegados solamente en Cuba, 5280 efectivos ya en 1895. En dicha isla, en octubre de 1896, tuvo lugar la defensa del puesto de Dolores por parte de once guardias civiles, al mando accidental del guardia civil Santa Eulalia que, pese a las propuestas de mejora realizadas a las fuerzas rebeldes y tras sus posteriores amenazas, hubo de enfrentarse a más de 300 insurrectos comandados por Moreno Rojas. Dos años después, bajo la dirección del general Weyler, la Guardia Civil acometería el papel de antinsurgencia en la isla.
Finalmente, España debió ceder sus últimos territorios: Cuba, Filipinas, Puerto Rico. El resto (las Islas Marshall, las Gilbert, Micronesia, Palaos…) sería vendido o cedido en 1899.
La reforma de la Benemérita de 1898 pretendió ampliar su capacidad operativa, que se vio condicionada por el reflujo de personal que implicó la pérdida de las colonias; la Guardia Civil Ultramarina tuvo que replegar su plantilla desplegada en el exterior. En el contexto de la descolonización España, como antigua metrópoli, no podía dejar de asistir a sus otras colonias para dotarlas de estructuras administrativas capaces de garantizar una estabilidad institucional en los Estados resultantes. Un ejemplo de la ayuda internaciuonal es la participación de miembros del Cuerpo en la División Azul en Rusia (1942). Al principio, su entidad fue de una Sección (52 hombres), acompañando la marcha de la División durante más de 3.000 Km.
Actualmente su dual naturaleza (Policial y Militar) ha contribuido muy positivamente a su expresa designación para participar en la mayoría de cuantas misiones y operaciones multinacionales relacionadas con la estabilidad o mantenimiento de la paz.
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